Duracion de Los Ultimos 5 Papados,

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𝗗𝘂𝗿𝗮𝗰𝗶ó𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 ú𝗹𝘁𝗶𝗺𝗼𝘀 5 𝗣𝗮𝗽𝗮𝗱𝗼𝘀. 𝐿𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑉𝑎𝑡𝑖𝑐𝑎𝑛𝑜 𝑚𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠𝑡𝑒𝑠 𝑖𝑚𝑝𝑎𝑐𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜. 𝐴𝑞𝑢í 𝑢𝑛 𝑣𝑖𝑠𝑡𝑎𝑧𝑜: 📜 𝐷𝑢𝑟𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 ú𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜𝑠 5 𝑃𝑎𝑝𝑎𝑑𝑜𝑠: 🇮🇹 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝑉𝐼 — 15 𝑎ñ𝑜𝑠 𝑦 46 𝑑í𝑎𝑠 𝑈𝑛 𝑝𝑜𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝐶𝑜𝑛𝑐𝑖𝑙𝑖𝑜 𝑉𝑎𝑡𝑖𝑐𝑎𝑛𝑜 𝐼𝐼 𝑦 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑢𝑛𝑑𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝐼𝑔𝑙𝑒𝑠𝑖𝑎. 🇮🇹 𝐽𝑢𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝐼 — 33 𝑑í𝑎𝑠 𝐶𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 "𝑒𝑙 𝑃𝑎𝑝𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎", 𝑠𝑢 𝑝𝑜𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑓𝑢𝑒 𝑢𝑛𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑚á𝑠 𝑏𝑟𝑒𝑣𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎. 🇵🇱 𝐽𝑢𝑎𝑛 𝑃𝑎𝑏𝑙𝑜 𝐼𝐼 — 26 𝑎ñ𝑜𝑠 𝑦 168 𝑑í𝑎𝑠 𝐸𝑙 𝑃𝑎𝑝𝑎 𝑚á𝑠 𝑙𝑜𝑛𝑔𝑒𝑣𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑙𝑜 𝑋𝑋. 𝑆𝑢 𝑖𝑛𝑓𝑙𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑠𝑐𝑒𝑛𝑑𝑖ó 𝑓𝑟𝑜𝑛𝑡𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑟𝑒𝑙𝑖𝑔...

¿Es obligatorio decir ‘¡Señor mío y Dios mío!’ durante la Consagración?

¡Señor mío y Dios mío!

En la Santa Misa solemos escuchar que los fieles decir: “¡Señor mío y Dios mío!” en el momento de la Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. ¿De dónde surge esta expresión? ¿Es correcto decirla? Vayamos por partes.

Tomás, el apóstol incrédulo

Después de la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, los discípulos se encontraban reunidos en una casa, a puertas cerradas, por miedo a los judíos, y por la incertidumbre de lo que sería su envío como discípulos misioneros después de que el Maestro había muerto en la Cruz.

Pero el Señor Resucitado entró en aquella soledad de los apóstoles y, les mostró las llagas de la Pasión, no para recriminarles su abandono, sino para reconciliarlos en el amor y para que fueran a anunciar el Reino de Dios, llenándolos de paz.

Sin embargo, cuando Jesús se les apareció por primera vez a los apóstoles, Tomás no estaba con ellos y no lo vio. Cuando le platicaron emocionados que habían visto al Resucitado, Tomás no les creyó; se le hacía imposible, y entonces exigió meter sus dedos en las llagas de sus manos y pies, y meter su mano en la herida del costado para poder creer.

Jesús lo entiende con su paciencia nacida del amor. La fe de Tomás es preciosa para Cristo y lo necesita para que sea Su testigo hasta los fines del mundo.

Por eso, otra vez se les apareció, pero podríamos decir que manera especial a Tomás, el incrédulo. Y entonces le pidió que metiera sus dedos y su mano en sus heridas gloriosas, y Tomás se rindió ante la evidencia y tan sólo alcanzó a exclamar: “Señor mío y Dios mío”.

El “Señor mío y Dios mío” en la Consagración

La Consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo durante la Santa Misa es un momento muy solemne en el que en algunas iglesias se acostumbra tocar una campanita.

Es un momento para adorar en silencio, para postrar el corazón ante el Señor presente en la Eucaristía.

Justo en este momento, hay quien acostumbra decir en voz alta: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28). Es decir, las palabras con las que Santo Tomás se dirigió a Jesús.

Los fieles han hecho suya esta expresión porque se trata de la proclamación de la divinidad de Jesús, pues Tomás es el primero que, ante la falta de evidencias, cae rendido ante el Resucitado, y lo confiesa con dicha expresión.

Sin embargo, esta bella devoción no está contemplada en la liturgia, por lo cual quien la realiza debe hacerlo en silencio para no interrumpir la adoración de los demás. Las normas litúrgicas piden a los fieles que, en ese momento, contemplen la divinidad del Señor en silencio.  Miralo de frente y  tampoco agachar la mirada ni la cabaeza, es un momento inolvidable de contemplacion asia la divinidad de Jesus que se hace presente, 

CON INFORMACION DEL CATESISMO DE LA IGLESIA CATOLICA Y DESDE LA FE

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