Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Según San Marcos 14, 1-15, 47, CICLO-B

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Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14, 1-15, 47,  CICLO-B Narrador: Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían: Pueblo: «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.» Narrador: Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: Pueblo: « ¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.» Narrador: Y la criticaban. Pero Jesús dijo: Jesus: «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hac

Hoy es la Fiesta de la Transfiguración del Señor


Cada 6 de agosto la Iglesia celebra la Transfiguración del Señor, ocurrida en presencia de los apóstoles Juan, Pedro y Santiago. Dos cosas definen el momento: la conversación de Jesús con Moisés y Elías, y la voz de Dios que irrumpe desde una nube diciendo “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.” (Lc. 9, Mc. 9, Mt. 17).

De acuerdo al relato evangélico, la Transfiguración ocurrió en un monte alto y apartado llamado Tabor, que en hebreo quiere decir “el abrazo de Dios”.

En referencia al episodio, el Catecismo de la Iglesia Católica (555) señala: “por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que para ‘entrar en su gloria’ (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusalén”.

“Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña; la Ley y los profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías (cf. Lc 24, 27). La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre”, añade el Catecismo.

San Jerónimo comenta el pasaje con expresiones que subrayan la predilección de Dios Padre por Jesús: “Este es mi Hijo, no Moisés ni Elías. Éstos son mis siervos; aquél, mi Hijo. Éste es mi Hijo: de mi misma naturaleza, de mi misma sustancia, que en Mí permanece y es todo lo que Yo soy. También aquellos otros me son ciertamente amados, pero Éste es mi amadísimo. Por eso escuchadlo”. “Él es el Señor, estos otros, los consiervos. Moisés y Elías hablan de Cristo. Son consiervos vuestros. No honréis a los siervos del mismo modo que al Señor: prestad oídos sólo al Hijo de Dios”, añade el santo.

Por su parte, Santo Tomás de Aquino subraya el aspecto trinitario de esta teofanía: “Apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa”.

Finalmente, es importante ponderar la reacción de los testigos directos del milagro. Cuando la Transfiguración acabó, Pedro, quien había dicho “Señor, ¡qué bien se está aquí!”, desciende del monte sin comprender lo que ha pasado. San Agustín, en un sermón, alude al apóstol con unas hermosas palabras que nos recuerdan, como Jesús le recordó a Pedro, que la vida no puede detenerse, que estamos de paso y que la contemplación definitiva de Dios solo es posible en el cielo:

“Desciende (tú, Pedro) para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para fatigarse andando; la Fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir?”

Llegará el día sin final, en el que diremos “¡qué bien se está aquí!” y permaneceremos en presencia del Transfigurado para siempre, en toda su gloria y esplendor.

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