San Charbel Makhlouf, El Ermitaño Del Mundo

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San Charbel Makhlouf, 🛐  Murió la Nochebuena de 1898, mientras celebraba misa. Estaba nevando y todos los caminos a la ermita estaban cubiertos de nieve y nadie del monasterio pudo informar a los aldeanos de la muerte del ermitaño.   Sin embargo, sucedió algo extraño. Ese mismo día cada aldeano experimentó la íntima creencia de que el Padre Charbel había sido llamado al cielo.   Los jóvenes partieron con palas para quitar la nieve, hasta la ermita y para alcanzar el cuerpo en el monasterio de Annaya   “Hemos perdido una estrella brillante que protegía a nuestra Orden, a la Iglesia ya todo el Líbano con su santidad”, escribe el Prior.   “Oremos para que Dios haga de Charbel nuestro patrón, quien nos cuide y nos guíe en las tinieblas de nuestra vida terrena”.   El día de Navidad, el padre Charbel fue enterrado en una fosa común del monasterio.   La noche siguiente, una misteriosa luz brillante se hizo visible a través del valle.   Continuó brillando durante cuarenta y cinco

Hoy 2 de Septiembre Recordamos Al Beato Mártir Bartolomé Gutiérrez,


Hoy recordamos al Beato mártir Bartolomé Gutiérrez, de quien se burlaban por su sobrepeso

Cada 2 de septiembre la Iglesia recuerda al Beato Bartolomé Gutiérrez, sacerdote agustino del siglo XVI, quien padeció el martirio como misionero en Japón.
Un chico grande (e ingenioso)

Bartolomé nació el 4 de septiembre de 1580 en Ciudad de México. Con 16 años, en 1596, ingresó a la Orden de San Agustín. Era un hombre corpulento y con sobrepeso. Se cuenta que los frailes le gastaban bromas por ese motivo, a las que respondía con una paciente sonrisa.

Su más grande deseo era ser misionero, viajar a los confines del mundo para proclamar la Palabra del Señor; lamentablemente, no eran pocos los agustinos que veían con escepticismo esa posibilidad. No creían que Bartolomé fuese capaz de emprender un viaje a tierras lejanas y sobrevivir en medio de la geografía agreste o el clima adverso.

No obstante, por poco hizo cambiar de opinión a todos sus detractores en una. En cierta ocasión Bartolomé se permitió responder a las burlas sobre su sobrepeso con mucho ingenio y fina ironía: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la fe de Cristo”.

Grandeza de espíritu

Tras concluir los estudios eclesiásticos Bartolomé fue ordenado sacerdote y enviado a Puebla. En 1606 fue alistado junto a otros misioneros para la misión a Filipinas. Una vez llegado, se le designó maestro de novicios.

Bartolomé tenía una gran habilidad para aprender otras lenguas, así que llegó a dominar el tagalo (lengua filipina) y luego se introdujo en el japonés.

En 1612 se embarcó rumbo a Japón y un año después fue nombrado prior del convento de Osaka, desde donde se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles cristianos.
“Sean mansos como palomas y astutos como la serpiente” (Mt 10, 16)

En 1615 se decretó la expulsión de todos los religiosos del Japón, y el Beato Bartolomé se vio obligado a regresar a Filipinas. Sin embargo, el provincial le pidió que regresara a Japón, acompañando al P. Pedro de Zúñiga -también futuro beato-. Los misioneros arribaron a la tierra de misión el 12 de agosto de 1618.

De ahí en adelante, el P. Bartolomé ejerció un ministerio ejemplar entre los japoneses, predicando y administrando los sacramentos de manera clandestina, desafiando a la autoridad en pos del bien de las almas. Por más de 12 años enfrentó los peligros de la persecución: vivió entre los campos de cultivo y el bosque; pasó hambre, miseria y soportó las inclemencias del clima.

Valiente como el Señor a quien sirvió

En 1629 fue tomado prisionero en Omura y, dos años más tarde, en 1631, trasladado con sus compañeros a Nagasaki, donde permaneció en cautiverio tres años más, hasta que, finalmente, se le condenó a muerte. Fue quemado vivo el 3 de septiembre de 1632 junto con otros misioneros. Su cuerpo quedó reducido a cenizas, las que fueron recogidas y arrojadas al mar.

El Beato Bartolomé Gutiérrez formó parte del grupo de 205 mártires del Japón encabezados por el Beato Alfonso Navarrete. Ellos fueron elevados a los altares el 7 de julio de 1867 por el Papa Pio IX.

En México la fecha para su conmemoración es el 2 de septiembre, con el rango de memoria opcional. Ese día, las oraciones de la misa y la liturgia de las horas están dedicadas a él.





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