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La Muerte Cientifica De Jesus,

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La Muerte científica de Jesús, tómate 1 minuto para leer, si no lloras, puede que no entiendas quién es Él realmente. Ruego que el Espíritu Santo despierte en cada alma que lea, ¡en el nombre de Jesús! ¡Amén! Durante los próximos 60 segundos, deja de lado lo que estés haciendo y aprovecha esta oportunidad. Veamos si Satanás puede detener esto. A la edad de 33 años, Jesús fue condenado a muerte. En ese momento, la crucifixión era la "peor" muerte. Solo los peores criminales eran condenados a ser crucificados. Sin embargo, fue aún más terrible para Jesús. A diferencia de otros criminales condenados a muerte por crucifixión, Jesús iba a ser clavado en la cruz de manos y pies. Cada clavo tenía entre 6 y 8 pulgadas de largo. Los clavos fueron clavados en Su muñeca, no en Sus palmas como se representa comúnmente. Hay un tendón en la muñeca que se extiende hasta el hombro. Los guardias romanos sabían que cuando le clavaran los clavos en la muñeca, ese tendón se desgarrar...

La Extraña Penitencia de San Felipe Neri a una Mujer Chismosa

San Felipe Neri fue el patrono de los educadores y humoristas. El llamado Santo de la Alegría también es famoso por ser un gran confesor, pues trataba a sus penitentes de una manera muy particular.

Este es el caso de una mujer chismosa que se acercó a él para confesarse y la extraña penitencia que este santo le impuso.

San Felipe Neri: “Compras un pollo y me lo traes a mí”

Una señora tenía la costumbre de irse a confesar donde San Felipe  y casi siempre tenía el mismo cuento que decir: el de calumniar a sus vecinos. Por eso, San Felipe, le dijo:

– De penitencia vas a ir al mercado, compras un pollo y me lo traes a mí. Pero de regreso lo vas desplumando, arrojando las plumas en las calles conforme caminas. 

La señora pensó que ésta era una penitencia rara, pero deseando recibir la absolución, hizo conforme se le había indicado y por fin regresó donde San Felipe Neri.

– Bueno, Padre, he completado mi penitencia.

Y le mostró el pollo desplumado.

– Oh, de ningún modo la has completado – le dijo el santo. Ahora regresarás al mercado y en el camino recoges todas las plumas y las pones en una bolsa. Entonces regresas donde mí con la bolsa”.

– ¡Pero eso es imposible! –lloró la señora–, ¡esas plumas deben de estar ahora por toda la ciudad!. 

– Es cierto –replicó el santo–, pero tienes aún menor oportunidad de recoger todos los cuentos que has dicho sobre tus vecinos.

De esta forma la mujer por fin entendió el gran daño que hacía con sus chismes y calumnias.

¡San Felipe Neri, ruega por nosotros!

Tomado de Church POP, 


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