Duracion de Los Ultimos 5 Papados,

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Sabado Santo: Reflexion or Comentario Al Evangelio,



El Sabado Santo No Hay Liturgia, por eso les dejamos la Reflexion or Comentario al Evangelio de ese dia, Hecho Por, Adriรกn de Prado Postigo, de Ciudad Redonda,

Queridos Hermanos:

Hoy es Sรกbado Santo. Un dรญa «santo» porque en รฉl se trasluce elmisterio รบltimo del amor de Dios. No se trata de un amor cualquiera: es el amor definitivo del Dios que espera con nosotros la feliz sobreabundancia eterna.
La caminata temprana de las mujeres al sepulcro no fue inmediata; tampoco la carrera de los discรญpulos hacia la tumba vacรญa. La muerte es una palabra lo suficientemente rotunda como para dejarnos en silencio largo tiempo, aunque sea una palabra penรบltima. Se trata de un silencio que hemos de aprender a hospedar. Asimismo, la pรฉrdida es un golpe lo bastante desgarrador como para imponernos un duelo prolongado, aunque sea un golpe penรบltimo. Se trata de un duelo que hemos de aprender a transitar. Sin el silencio y el duelo no es posible recobrar la presencia del ausente. 

Hoy la liturgia calla para poder cantar maรฑana.
Cuando el amor encara con hondura la muerte y el fracaso, no se pierde, se siembra. Al fin y al cabo, el amor tiene vocaciรณn de eternidad y de fecundidad: de ahรญ que nos quepa confiar en que el Amado volverรก a pronunciar sobre la tumba su palabra perenne y feraz. 

Ahora bien, ninguna semilla da fruto de repente: tampoco la del amor, que ha de aquilatarse en el fuego de la paciencia y el cuidado. Hay que llorar el amor. Hay que abrigar el amor. Hay que sufrir el amor. Hay que arar el amor. Hay que recoger el amor. Hay que anhelar el amor. Hay que alentar el amor... No se pasa de la noche cerrada al sol de mediodรญa sin resistir la oscuridad, desear el alba y madurar la maรฑana.

Entonces, ¿hay que esperar a Dios para que nos alcance la vida? Mรกs bien al revรฉs: Dios espera con nosotros para que maduremos el amor. Por eso, la bondad definitiva de Dios Padre, que resucita a su Hijo como sol que nace de lo alto, se adivina ya en la neblina incierta del amanecer. 

Allรญ estamos los discรญpulos perdidos, aguardando; allรญ tambiรฉn ร‰l, aguardando con nosotros. La caridad divina no conoce el hiato: no estรก ausente su misericordia ningรบn dรญa de nuestra vida. Porque el amor de Dios llena todas las horas: 

ร‰l acoge el grano que cae en tierra y muere al final de la tarde, lo nutre amorosamente durante la noche y espera con nosotros su florecer feliz y sobreabundante en la plenitud del nuevo dรญa.

Dejemos hoy que el amor de Dios llegue hasta nosotros en todo su misterio, que el Padre nos diga a cada uno: «Espera en el Seรฑor, ten รกnimo, sรฉ valiente. Espera en el Seรฑor». Y al acudir sin prisa a su sepulcro abierto, ¿hallaremos en ร‰l nuestro nuevo nacimiento?

Fraternalmente: Adriรกn de Prado Postigo,


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