Duracion de Los Ultimos 5 Papados,

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Jesucristo: Sumo y Eterno Sacerdote

Los sacerdotes han de ser como Cristo: sacerdotes y vรญctimas.

Los sacerdotes de la Antigua Alianza sacrificaban en el altar animales, pero no se sacrificaban ellos. Todos hemos de ser como รฉl, sacerdotes y vรญctimas, porque nuestro sacerdocio es el suyo.

Jueves despuรฉs de Pentecostรฉs.

1. "Os he llamado amigos, porque os he manifestado todo lo que he oรญdo a mi Padre. No me habรฉis elegido vosotros a mรญ, soy yo quien os he elegido y os he destinado a que os pongรกis en camino y deis fruto, y un fruto que dure" (Jn 15,15).

Jesรบs entrega su amistad y pide la nuestra. Ha dejado de ser el Maestro para convertirse en amigo. Escuchad como dice: Vosotros sois mis amigos... No os llamo siervos, os llamo amigos, porque todo lo que he oรญdo a mi Padre os lo he dado a conocer…En aras de esa amistad, que es entraรฑable, que es verdadera y ardorosa, desea atajar a los que aรบn pudieran no hacerle caso. "No sois vosotros -les dice- los que me habรฉis elegido, soy yo quien os he elegido".

Es un compaรฑero deseoso de salvar, de alegrar y de llenar de paz a sus amigos. "Os he hablado para que mi alegrรญa estรฉ en vosotros y vuestra alegrรญa llegue a plenitud". El Maestro estรก con los brazos abiertos de la amistad tendidos hacia nosotros. Y con la alegrรญa como promesa y como ofrenda. Nunca se ha visto un Dios igual. Camina ahora mismo y por cualquier calle. Por la acera de tu casa, seguro. Y estรก diciendo que es amigo tuyo, que te quiere igual que a su Padre y que desea llenarte de alegrรญa. Lo va repitiendo al paso, segรบn se acerca a tu puerta (ARL BREMEN).

2. Por lo mismo que Dios ama, creรณ el mundo: ¡Cuรกnta maravilla, cuรกnta belleza!:"¡Oh montes y espesuras,plantados por la mano del Amado!,¡oh, prado de verduras de flores esmaltado!,decid si por vosotros ha pasado" (San Juan de la Cruz)Creรณ los hombres. Los hombres desobedecieron y pecaron. (Gรฉn 3,9). El pecado es un desequilibrio, un desorden, como un ojo monstruoso fuera de su รณrbita, como un hueso fuera de su sitio, buscando el placer, la satisfacciรณn del egoรญsmo, de la soberbia. Como un sol que se sale del camino buscando su independencia. Frustraron el camino y la meta de la felicidad. De ahรญ nace la necesidad de la expiaciรณn, del sufrimiento, del dolor, por amor, para restablecer el equilibrio y el orden. Dios envรญa una Persona divina, su Hijo, a "aplastar la cabeza de la serpiente", haciรฉndose hombre para que ame como Dios, hasta la muerte de cruz, con el Corazรณn abierto.

3. Ese Hombre Dios, el Siervo de Yahvรฉ, que, "desfigurado no parecรญa hombre, como raรญz en tierra รกrida, si figura, sin belleza, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, considerado leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crรญmenes, como cordero llevado al matadero" Isaรญas 52,13, inicia la redenciรณn de los hombres, sus hermanos. ร‰l es la Cabeza, a la cual quiere unir a todos los hombres, que convertidos en sacerdotes, darรกn gloria al Padre, al Hijo y al Espรญritu, e incorporados a la Cabeza, serรกn corredentores con El de toda la humanidad.

El Padre, cuya voluntad ha venido a cumplir, lo ha constituido Pontรญfice de la Alianza Nueva y eterna por la unciรณn del Espรญritu Santo, y determinando, en su designio salifico, perpetuar en la Iglesia su รบnico sacerdocio. Para eso, antes de morir, elige a unos hombres para que, en virtud del sacerdocio ministerial, bauticen, proclamen su palabra, perdonen los pecados y renueven su propio sacrificio, en beneficio y servicio de sus hermanos.

"ร‰l no sรณlo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino tambiรฉn, con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposiciรณn de las manos, participen de su sagrada misiรณn. Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redenciรณn, y preparan a sus hijos el banquete pascual, donde el pueblo santo se reรบne en su amor, se alimenta con su palabra y se fortalece con sus sacramentos. Sus sacerdotes, al entregar su vida por รฉl y por la salvaciรณn de los hermanos, van configurรกndose a Cristo, y asรญ dan testimonio constante de fidelidad y amor" (Prefacio).

4. Por eso, si los cristianos debemos tomar nuestra cruz, los sacerdotes, mรกs, por mรกs configurados con Cristo, con sus mismos poderes. Los sacerdotes de la Antigua Alianza sacrificaban en el altar animales, pero no se sacrificaban ellos. Los sacerdotes nos hemos de inmolar porque Cristo se inmolรณ a sรญ mismo. Hemos de ser como รฉl, sacerdotes y vรญctimas, porque nuestro sacerdocio es el suyo.

5. Una idea infantil del cristiano, que se acomoda al mundo, una mentalidad inmadura del sacerdote, lo hace un funcionario. De ahรญ surgen consecuencias de carrierismo, al estilo del mundo, excelencias, trajes de colores, que obnubilan el sentido sustancial del sacerdote-vรญctima, que conducen a la esterilidad, y contradicen la misiรณn: "para que os pongรกis en camino y deis fruto que dure". El fruto que dura es el de la conversiรณn, la santidad, que permanecerรก eternamente. Os he puesto en la corriente de la gracia, os plantรฉ para que vayรกis voluntariamente y con las obras deis fruto. Y precisa cuรกl sea el fruto que deban dar: "Y vuestro fruto dure".

Todo lo que trabajamos por este mundo apenas dura hasta la muerte, pues la muerte, interponiรฉndose, corta el fruto de nuestro trabajo. Pero lo que se hace por la vida eterna perdura aun despuรฉs de la muerte, y entonces comienza a aparecer, cuando desaparece el fruto de las obras de la carne. Principia, pues, la retribuciรณn sobrenatural donde termina la natural. Por tanto, quien ya tiene conocimiento de lo eterno tenga en su alma por viles las ganancias temporales.

Asรญ pues, demos tales frutos que perduren, produzcamos frutos tales que cuando la muerte acabe con todo, ellos comiencen con la muerte, pues despuรฉs que pasan por la muerte es cuando los amigos de Dios encuentran la herencia (San Gregorio Magno).

6. Despuรฉs de la "conversiรณn" de Constantino, el clero eclesiรกstico hizo su entrada en este mundo, corriรณ serio peligro de perder su propia naturaleza, que no consiste en el poder, sino en el servicio. Ademรกs, entrรณ en competencia con el poder secular al aparecer en la escena de la historia polรญtica. Este encuentro y confrontaciรณn con la jerarquรญa civil condujo no sรณlo a una ampliaciรณn polรญtico-social de las tareas apostรณlicas, sino que tambiรฉn oscureciรณ el aspecto colegial del servicio de la Iglesia.

Ha dicho el Cardenal Lustiger, arzobispo de Parรญs: "Ya sรฉ que Napoleรณn identificรณ al obispo con los prefectos y con los generales, pero yo me habรญa sensibilizado mucho contra la Iglesia como sistema de promociรณn y de poder, y determinรฉ que nunca me meterรญa en situaciones que favorecieran la promociรณn".

7. En el curso del siglo XI comienza la teologรญa medieval a distinguir claramente, en la elaboraciรณn del tratado de sacramentos, entre el Orden y la dignidad, y puso de relieve la sacramentalidad del Orden de la Iglesia. A partir de entonces se designa esencialmente como Orden el sacramento que confiere el poder de celebrar la eucaristรญa.

8. Aunque el lenguaje de la Curia romana imprimiรณ su sello a la tradiciรณn cristiana, la ordenaciรณn no fue considerada nunca como un simple acceso a una dignidad y como transmisiรณn de unos poderes jurรญdicos y litรบrgicos, pues siempre se confiriรณ mediante un rito, porque la ordenaciรณn es un acto sacramental que transmite una gracia de santificaciรณn; los llamados son tomados del mundo y consagrados al servicio de Dios, son separados para atender a su misiรณn especial.

El obispo, el sacerdote, el diรกcono no tienen de suyo nada del sacerdote romano, que era un funcionario del culto pรบblico, poseรญa cierto rango y tenรญa que realizar determinados actos. El "sacerdocio" cristiano pertenece a otro orden; no es primariamente "religioso" ni cultual, sino carismรกtico; es el ordo de los que han recibido el espรญritu y, en virtud de su orden, estรกn habilitados para continuar la obra de los apรณstoles.

Las jerarquรญas del ministerio aparecen en los escritos de los Padres de la Iglesia, no tanto como tรญtulos que conceden ciertos derechos, sino mรกs bien como tareas que ciertos hombres llamados a edificar el cuerpo de Cristo toman sobre sรญ, a veces incluso contra su propia voluntad.

9. El Orden sacramental es una dimensiรณn esencial para la Iglesia, y por eso fue incluido entre los sacramentos. Si se quiere comprender el sentido y la funciรณn de este "sacramento" particular en lugar de atribuir el sacerdocio cristiano y toda la jerarquรญa de la Iglesia a un รบnico acto de instituciรณn, como hizo el Concilio de Trento, parece que estรก mรกs en consonancia con la Sagrada Escritura y la realidad de las cosas partir de la Iglesia como "sacramento original".

De esta forma no nos exponemos al peligro de separar el orden de la Iglesia histรณrica para colocarlo en cierto modo por encima de ella, pues es un sacramento esencial para la existencia de la Iglesia y en el que รฉsta se actualiza.

10. El desdoblamiento del ordo en varios grados y la introducciรณn de diversas ordenaciones estรกn tan relacionados con la historia de la Iglesia como con la Escritura. Son producto de un desarrollo, y, en definitiva, la cuestiรณn de si se ha de hablar de un รบnico sacramento del orden o de si el episcopado y el presbiterado constituyen sacramentos diversos es mรกs una cuestiรณn terminolรณgica y teolรณgica que dogmรกtica.

Las funciones del obispo y las del sacerdote, las funciones del sacerdote y las del diรกcono, no estรกn delimitadas entre sรญ de forma absoluta; las funciones respectivas son asignadas por el derecho, pero este derecho no es un todo inmutable. La validez de las ordenaciones depende de la actuaciรณn de la Iglesia tomada en su totalidad, y no del acto sacramental considerado aisladamente. La validez o no validez de una ordenaciรณn no es algo que se pueda determinar tomando como base el rito, con independencia del marco general de la misma.

11. La estructura del ministerio eclesial se puede considerar, igual que el canon de la Escritura y el nรบmero septenario de los sacramentos, como el resultado de un desarrollo. Desarrollo que se produjo todavรญa en tiempo de los apรณstoles; por eso ha conservado en la tradiciรณn de la Iglesia el carรกcter de algo que existe por necesidad jurรญdica. En la Iglesia tendrรก que haber siempre un "ministerio para velar", un "presbiterado" y una "diaconรญa".

Sin embargo, las expresiones concretas de esta estructura esencial pueden cambiar con el tiempo y de hecho han cambiado; mรกs aรบn, tienen que cambiar por razรณn del carรกcter forzosamente limitado de las diversas expresiones histรณricas del ministerio y de la obligaciรณn que รฉste tiene de asemejarse constantemente a su modelo, Cristo.

12. Lo mismo que Dios concediรณ el espรญritu de profecรญa a los setenta ancianos que habรญa llamado Moisรฉs a participar con รฉl en el gobierno del pueblo, asรญ tambiรฉn comunica a los sacerdotes el Espรญritu Santo para que se asocien al ministerio de los obispos. El presbรญtero colabora con el obispo en la totalidad de sus funciones de gobierno de la Iglesia.

Las funciones del presbรญtero tienen una รญntima conexiรณn con el ofrecimiento de la eucaristรญa. Por eso la funciรณn del presbรญtero en la Iglesia ha de entenderse partiendo de la Cena y de las palabras de Cristo, que mandรณ a los apรณstoles hacer "en memoria de รฉl lo mismo que รฉl habรญa hecho" (1 Cor 11). Por eso defendiรณ el Concilio de Trento este aspecto bรกsico del ministerio sacerdotal.

El Concilio Vaticano II aรฑade: "Los presbรญteros ejercitan su oficio sagrado sobre todo en el culto eucarรญstico o comuniรณn, en donde, representando la persona de Cristo, el sacerdote es al mismo tiempo presidente de la celebraciรณn eucarรญstica, รฉl ofrece el sacrificio in nรณmine Ecclesiae o, en persona Ecclesiae y consagrante, sacrificador, y como tal ya no actรบa meramente in persona Ecclesiae, sino in persona Christi y proclamando su misterio, unen las oraciones de los fieles al sacrificio de su Cabeza, Cristo, representando y aplicando en el sacrificio de la misa, hasta la venida del Seรฑor (1 Cor 11,26), el รบnico sacrificio del Nuevo Testamento, a saber: el de Cristo, que se ofrece a sรญ mismo al Padre como hostia inmaculada (Heb 9,11-28)".

13. El sacerdote nos introduce en la memoria del Seรฑor, no sรณlo en su pascua, sino en el misterio de toda su obra, desde su bautismo hasta su pascua en la cruz. ร‰l exhorta a la asamblea de los creyentes a vivir en sintonรญa con el sacrificio de la cruz, que รฉsta vuelve a vivir en el presente en espera de su consumaciรณn definitiva. Por eso el ministerio del sacerdote no se puede limitar a la celebraciรณn de un rito; compromete toda la vida y se desarrolla de acuerdo con todo el orden sacramental.

14. Pero no serรญa fiel a la tradiciรณn quien pretendiera defender que las funciones del sacerdote son de naturaleza estrictamente sacramental y cultural. Tambiรฉn es funciรณn del sacerdote proclamar la palabra de Dios. La misma Cena, en la que el Seรฑor llama a su sangre "sangre de la alianza", lo pone de manifiesto, pues no hay ningรบn rito de alianza sin una proclamaciรณn de la palabra de Dios a los hombres. El acontecimiento de la alianza es al mismo tiempo acciรณn y palabra.

Esta relaciรณn aparece todavรญa mรกs clara cuando se parte de la base de que eucaristรญa (1 Cor 11,24) no significa tanto una "acciรณn de gracias" en el sentido actual de esta expresiรณn, cuanto una clara y gozosa proclamaciรณn de las "maravillas de Dios", de sus hechos salvรญficos. Cuando Jesรบs declara: "Cada vez que comรฉis de ese pan y bebรฉis de esa copa proclamรกis la muerte del Seรฑor, hasta que รฉl vuelva" (1 Cor 11,26), su acto de bendiciรณn ritual tiene tambiรฉn el sentido de una proclamaciรณn de la palabra de Dios.

El ministerio de ofrecer la eucaristรญa ratifica y complementa simplemente una proclamaciรณn de la palabra, que va desde el kerigma inicial hasta la catequesis y la misma celebraciรณn litรบrgica. Predicar, bautizar y celebrar la eucaristรญa son las funciones esenciales del sacerdote.

Sin embargo, dentro del presbiterio dichas funciones pueden estar distribuidas distintamente, segรบn que unos se dediquen mรกs a tareas misioneras y otros a la acciรณn pastoral dentro de la comunidad reunida (Mysterium Salutis). Predicar y enseรฑar, de otra manera, ¿cรณmo podrรกn hacer y administrar los sacramentos con provecho y eficacia salvadores?

15. El sacerdocio hoy estรก bastante desvalorizado. Las cosas poco prรกcticas no se cotizan. Esta generaciรณn consumista sรณlo tiene ojos para sus intereses. Ha perdido el sentido de la gratuidad. Un beso y una sonrisa no sirven para nada, pero los necesitamos mucho. Un jardรญn no es un negocio, pero necesitamos su belleza. Cultivar patatas y cebollas es mรกs productivo, pero los rosales y las azucenas son necesarios.

16. El sacerdote sirve. Siempre estรก sirviendo. Es necesario como la escoba para que estรฉ limpia la casa. Pero a nadie se le ocurre poner la escoba en la vitrina. El sacerdote perdona los pecados, es instrumento de la misericordia de Dios. En un mundo lleno de rencores y envidias, el sacerdote es portador del perdรณn. Estรก siempre dispuesto a recibir confidencias, descargar conciencias, aliviar desequilibrios, a sembrar confianza y paz.

El sacerdote ilumina. Cuando nos movemos a ras de tierra, nos seรฑala el cielo. Cuando nos quedamos en la superficie de las cosas, nos descubre a Dios en el fondo. El sacerdote intercede. Amansa a Dios, le hace propicio, le da gracias, da a Dios el culto debido. Impetra sus dones.

El sacerdote ama. Ha reservado su corazรณn para ser para todos. El sacerdote es antorcha que sรณlo tiene sentido cuando arde e ilumina. El sacerdote hace presente a Cristo. En los sacramentos y en su vida. Es el alma del mundo. Donde falta Dios y su Espรญritu รฉl es la sal y la vida. No hace cosas sino santos.

Todos hemos de ser santos, pero sin sacerdotes difรญcilmente lo seremos. Es grano de trigo que si muere da mucho fruto. Nada hay en la Iglesia mejor que un sacerdote. Sรญ lo hay: dos sacerdotes. Por eso hemos de pedir al Seรฑor de la mies que envรญe trabajadores a su mies (Mt 9,38).

17. "No me habรฉis elegido vosotros a mรญ, os he elegido yo a vosotros". La elecciรณn indica siempre predilecciรณn. Si voy a un jardรญn, miro y remiro: tallo, capullo, color, aguante...Elijo, corto y me la llevo. Pero sรฉ que yo no podrรฉ ni cambiar el color, ni darles mรกs resistencia, ni aumentarles la belleza.

Cuando Dios elige, elige a travรฉs de su Verbo: "Por ร‰l fueron creadas todas las cosas". Cuando un joven elige a su novia, es รฉl quien elige. Si eligiesen sus padres u otros, probablemente saldrรญa mal. Cuando Dios elige esposa, respeta a su Hijo, que se ha desposar con ella. Cuando Dios elige ministros suyos, deja a su Verbo la elecciรณn. Porque han de continuar sus mismos misterios.

Parece que el Seรฑor tendrรก sus preferencias. Contando con que siempre puede rectificar y enderezar, romper el cรกntaro y rehacerlo, y purificar, es verosรญmil que cuente con lo que ya hay en las naturalezas, creadas por El: "Omnia per ipso facta sunt".

Una de las primeras cualidades que parece buscarรก serรก la docilidad. Docilidad que casi siempre es crucificante. Otra, serรก la sencillez: "Si no os hacรฉis como niรฑos"... Manifestarse sin hipocresรญa, con naturalidad.

"Vosotros sois mis amigos." ¡Cuรกnta es la misericordia de nuestro Creador! ¡No somos dignos de ser siervos y nos llama amigos! ¡Quรฉ honor para los hombres: ser amigos de Dios! Pero ya que habรฉis oรญdo la gloria de la dignidad, oรญd tambiรฉn a costa de quรฉ se gana: "Si hacรฉis lo que yo os mando." Alegraos de la dignidad, pero pensad a costa de quรฉ trabajos se llega a tal dignidad.

En efecto, los amigos elegidos de Dios doman su carne, fortalecen su espรญritu, vencen a los demonios, brillan en virtudes, menosprecian lo presente y predican con obras y con palabras la patria eterna; ademรกs, la aman mรกs que a la vida; pueden ser llevados a la muerte, pero no doblegados.

Considere, pues, cada uno si ha llegado a esta dignidad de ser llamado amigo de Dios, y si asรญ es no atribuya a sus mรฉritos los dones que encuentre en รฉl, no sea que venga a caer en la enemistad. Por eso aรฑadiรณ el Seรฑor: "No me habรฉis elegido vosotros a mรญ, sino que yo os elegรญ a vosotros y os he destinado para que vayรกis y deis fruto".

18. HIMNO SACERDOTAL

Brota de mi corazรณn un himno ardiente
cuajado en el manantial del ser:
Jesรบs Martรญ, yo te elijo, vente,
yo te llamo: Jesรบs Martรญ Ballester.

Cogiste mi corazรณn de niรฑo
con ternura delicada y paternal,
me sedujeron tu afecto y tu cariรฑo
y me dejรฉ cautivar.

Yo escuchรฉ tu llamada gratuita
sin saber la complicaciรณn que me envolvรญa,
me enrolรฉ en tu caravana de tu mano
sin pensar ni en las espinas ni en los cardos.

Te fui fiel, aunque a girones
fui dejando en mi camino pedazos de corazรณn,
hoy me encuentro con un cรกliz rebosante de jazmines
que potencian mis anhelos juvenilesy me acercan mรกs a Dios.

En el ocaso de la carrera de mi vida
siento el gozo de la inmolaciรณn a Tรญ.
Tienes todos los derechos de exigirme,
puedes pedir si me ayudas a decir siempre que ¡Sรญ!.

Necesitaste y necesitas de mis manos
para bendecir, perdonar y consagrar;
quisiste mi corazรณn para amar a mis hermanos,
pediste mis lรกgrimas y no me ahorrรฉ el llorar.

Mis audacias yo te di sin cuentagotas,
mi tiempo derrochรฉ enseรฑando a orar,
gastรฉ mi voz predicando tu palabra
y me doliรณ el corazรณn de tanto amar.

A nadie neguรฉ lo que me dabas para todos.
Quise a todos en su camino estimular.
Me olvidรฉ de que por dentro yo lloraba,
y me consagrรฉ de por vida a consolar.

Muchos hombres murieron en mis brazos,
ya sabrรกn cuรกnto les quise en la inmortalidad,
me llenarรกn de caricias y de flores el regazo,
migajas de los deleites de su banquete nupcial.

Pediste que te prestara mis pies
y te los ofrecรญ sin protestar,
caminรฉ sudoroso tus caminos,
y hasta el ocรฉano me atrevรญ a cruzar.


Cada vez que me abrazabas lo sentรญa
porque me sangraba el corazรณn,
eran tus mismas espinas las que me herรญan
y me encendรญan en tu amor.

Fui sembrando de hostias el camino
inmoladas en la cenital consagraciรณn:
mรกs de treinta mil misas ofrecidas
han actualizado la eficacia de tu redenciรณn.

No me pesa haber seguido tu llamada,
estoy contento de ser latido en tu Getsemanรญ;
sรณlo tengo una pena escondida allรก en el alma:
la duda de si Tรบ estรกs contento de mรญ.

Mi gratitud hoy te canto, ¡Cristo de mi sacerdocio!
Mi fidelidad te juro, Jesucristo Redentor.
Ayรบdame a enriquecer con jardines a tu Iglesia,
que florezcan y sonrรญan aรบn en medio del dolor.

Sean esos jardines para tu recreo y mi trabajo,
multiplica tu presencia por los campos hoy en flor,
que lo que comenzรณ con la pequeรฑez de un pรกjaro,
se convierta en muchas รกguilas que roben tu Corazรณn.

FUENTE CATHOLIC NET

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