Habemus Papam Leon XIV

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✝️馃檹✝️馃晩 El Cardenal Robert Prevost es elegido como el 267° Papa de la Iglesia Cat贸lica, adopta el nombre de Le贸n XIV. Hoy, Jurves 8 de Mayo de 2025, a las 18:07 horas (hora de Roma), el humo blanco emergi贸 de la chimenea de la Capilla Sixtina, se帽al de que el Colegio de Cardenales ha elegido a un nuevo papa. De los 133 cardenales reunidos en el Vaticano desde el 7 de mayo, El Cardenal Robert Prevost, de 69 a帽os, ha sido elegido como el 267潞 l铆der de la Iglesia Cat贸lica. Miles de personas en la Plaza de San Pedro estallan en v铆tores al difundirse la noticia. La elecci贸n papal ha coincidido con un d铆a profundamente significativo para la Iglesia: el 8 de mayo se celebra la festividad de la Virgen de Luj谩n —patrona de la Argentina y de quien el Papa Francisco era muy devoto, llegando a pedirle p煤blicamente protecci贸n para su pueblo en al menos dos ocasiones—. Tambi茅n se conmemora la aparici贸n de San Miguel Arc谩ngel, figura clave en la lucha espiritual contra el mal, y la memo...

Jesucristo: Sumo y Eterno Sacerdote

Los sacerdotes han de ser como Cristo: sacerdotes y v铆ctimas.

Los sacerdotes de la Antigua Alianza sacrificaban en el altar animales, pero no se sacrificaban ellos. Todos hemos de ser como 茅l, sacerdotes y v铆ctimas, porque nuestro sacerdocio es el suyo.

Jueves despu茅s de Pentecost茅s.

1. "Os he llamado amigos, porque os he manifestado todo lo que he o铆do a mi Padre. No me hab茅is elegido vosotros a m铆, soy yo quien os he elegido y os he destinado a que os pong谩is en camino y deis fruto, y un fruto que dure" (Jn 15,15).

Jes煤s entrega su amistad y pide la nuestra. Ha dejado de ser el Maestro para convertirse en amigo. Escuchad como dice: Vosotros sois mis amigos... No os llamo siervos, os llamo amigos, porque todo lo que he o铆do a mi Padre os lo he dado a conocer…En aras de esa amistad, que es entra帽able, que es verdadera y ardorosa, desea atajar a los que a煤n pudieran no hacerle caso. "No sois vosotros -les dice- los que me hab茅is elegido, soy yo quien os he elegido".

Es un compa帽ero deseoso de salvar, de alegrar y de llenar de paz a sus amigos. "Os he hablado para que mi alegr铆a est茅 en vosotros y vuestra alegr铆a llegue a plenitud". El Maestro est谩 con los brazos abiertos de la amistad tendidos hacia nosotros. Y con la alegr铆a como promesa y como ofrenda. Nunca se ha visto un Dios igual. Camina ahora mismo y por cualquier calle. Por la acera de tu casa, seguro. Y est谩 diciendo que es amigo tuyo, que te quiere igual que a su Padre y que desea llenarte de alegr铆a. Lo va repitiendo al paso, seg煤n se acerca a tu puerta (ARL BREMEN).

2. Por lo mismo que Dios ama, cre贸 el mundo: ¡Cu谩nta maravilla, cu谩nta belleza!:"¡Oh montes y espesuras,plantados por la mano del Amado!,¡oh, prado de verduras de flores esmaltado!,decid si por vosotros ha pasado" (San Juan de la Cruz)Cre贸 los hombres. Los hombres desobedecieron y pecaron. (G茅n 3,9). El pecado es un desequilibrio, un desorden, como un ojo monstruoso fuera de su 贸rbita, como un hueso fuera de su sitio, buscando el placer, la satisfacci贸n del ego铆smo, de la soberbia. Como un sol que se sale del camino buscando su independencia. Frustraron el camino y la meta de la felicidad. De ah铆 nace la necesidad de la expiaci贸n, del sufrimiento, del dolor, por amor, para restablecer el equilibrio y el orden. Dios env铆a una Persona divina, su Hijo, a "aplastar la cabeza de la serpiente", haci茅ndose hombre para que ame como Dios, hasta la muerte de cruz, con el Coraz贸n abierto.

3. Ese Hombre Dios, el Siervo de Yahv茅, que, "desfigurado no parec铆a hombre, como ra铆z en tierra 谩rida, si figura, sin belleza, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, considerado leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros cr铆menes, como cordero llevado al matadero" Isa铆as 52,13, inicia la redenci贸n de los hombres, sus hermanos. 脡l es la Cabeza, a la cual quiere unir a todos los hombres, que convertidos en sacerdotes, dar谩n gloria al Padre, al Hijo y al Esp铆ritu, e incorporados a la Cabeza, ser谩n corredentores con El de toda la humanidad.

El Padre, cuya voluntad ha venido a cumplir, lo ha constituido Pont铆fice de la Alianza Nueva y eterna por la unci贸n del Esp铆ritu Santo, y determinando, en su designio salifico, perpetuar en la Iglesia su 煤nico sacerdocio. Para eso, antes de morir, elige a unos hombres para que, en virtud del sacerdocio ministerial, bauticen, proclamen su palabra, perdonen los pecados y renueven su propio sacrificio, en beneficio y servicio de sus hermanos.

"脡l no s贸lo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino tambi茅n, con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposici贸n de las manos, participen de su sagrada misi贸n. Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redenci贸n, y preparan a sus hijos el banquete pascual, donde el pueblo santo se re煤ne en su amor, se alimenta con su palabra y se fortalece con sus sacramentos. Sus sacerdotes, al entregar su vida por 茅l y por la salvaci贸n de los hermanos, van configur谩ndose a Cristo, y as铆 dan testimonio constante de fidelidad y amor" (Prefacio).

4. Por eso, si los cristianos debemos tomar nuestra cruz, los sacerdotes, m谩s, por m谩s configurados con Cristo, con sus mismos poderes. Los sacerdotes de la Antigua Alianza sacrificaban en el altar animales, pero no se sacrificaban ellos. Los sacerdotes nos hemos de inmolar porque Cristo se inmol贸 a s铆 mismo. Hemos de ser como 茅l, sacerdotes y v铆ctimas, porque nuestro sacerdocio es el suyo.

5. Una idea infantil del cristiano, que se acomoda al mundo, una mentalidad inmadura del sacerdote, lo hace un funcionario. De ah铆 surgen consecuencias de carrierismo, al estilo del mundo, excelencias, trajes de colores, que obnubilan el sentido sustancial del sacerdote-v铆ctima, que conducen a la esterilidad, y contradicen la misi贸n: "para que os pong谩is en camino y deis fruto que dure". El fruto que dura es el de la conversi贸n, la santidad, que permanecer谩 eternamente. Os he puesto en la corriente de la gracia, os plant茅 para que vay谩is voluntariamente y con las obras deis fruto. Y precisa cu谩l sea el fruto que deban dar: "Y vuestro fruto dure".

Todo lo que trabajamos por este mundo apenas dura hasta la muerte, pues la muerte, interponi茅ndose, corta el fruto de nuestro trabajo. Pero lo que se hace por la vida eterna perdura aun despu茅s de la muerte, y entonces comienza a aparecer, cuando desaparece el fruto de las obras de la carne. Principia, pues, la retribuci贸n sobrenatural donde termina la natural. Por tanto, quien ya tiene conocimiento de lo eterno tenga en su alma por viles las ganancias temporales.

As铆 pues, demos tales frutos que perduren, produzcamos frutos tales que cuando la muerte acabe con todo, ellos comiencen con la muerte, pues despu茅s que pasan por la muerte es cuando los amigos de Dios encuentran la herencia (San Gregorio Magno).

6. Despu茅s de la "conversi贸n" de Constantino, el clero eclesi谩stico hizo su entrada en este mundo, corri贸 serio peligro de perder su propia naturaleza, que no consiste en el poder, sino en el servicio. Adem谩s, entr贸 en competencia con el poder secular al aparecer en la escena de la historia pol铆tica. Este encuentro y confrontaci贸n con la jerarqu铆a civil condujo no s贸lo a una ampliaci贸n pol铆tico-social de las tareas apost贸licas, sino que tambi茅n oscureci贸 el aspecto colegial del servicio de la Iglesia.

Ha dicho el Cardenal Lustiger, arzobispo de Par铆s: "Ya s茅 que Napole贸n identific贸 al obispo con los prefectos y con los generales, pero yo me hab铆a sensibilizado mucho contra la Iglesia como sistema de promoci贸n y de poder, y determin茅 que nunca me meter铆a en situaciones que favorecieran la promoci贸n".

7. En el curso del siglo XI comienza la teolog铆a medieval a distinguir claramente, en la elaboraci贸n del tratado de sacramentos, entre el Orden y la dignidad, y puso de relieve la sacramentalidad del Orden de la Iglesia. A partir de entonces se designa esencialmente como Orden el sacramento que confiere el poder de celebrar la eucarist铆a.

8. Aunque el lenguaje de la Curia romana imprimi贸 su sello a la tradici贸n cristiana, la ordenaci贸n no fue considerada nunca como un simple acceso a una dignidad y como transmisi贸n de unos poderes jur铆dicos y lit煤rgicos, pues siempre se confiri贸 mediante un rito, porque la ordenaci贸n es un acto sacramental que transmite una gracia de santificaci贸n; los llamados son tomados del mundo y consagrados al servicio de Dios, son separados para atender a su misi贸n especial.

El obispo, el sacerdote, el di谩cono no tienen de suyo nada del sacerdote romano, que era un funcionario del culto p煤blico, pose铆a cierto rango y ten铆a que realizar determinados actos. El "sacerdocio" cristiano pertenece a otro orden; no es primariamente "religioso" ni cultual, sino carism谩tico; es el ordo de los que han recibido el esp铆ritu y, en virtud de su orden, est谩n habilitados para continuar la obra de los ap贸stoles.

Las jerarqu铆as del ministerio aparecen en los escritos de los Padres de la Iglesia, no tanto como t铆tulos que conceden ciertos derechos, sino m谩s bien como tareas que ciertos hombres llamados a edificar el cuerpo de Cristo toman sobre s铆, a veces incluso contra su propia voluntad.

9. El Orden sacramental es una dimensi贸n esencial para la Iglesia, y por eso fue incluido entre los sacramentos. Si se quiere comprender el sentido y la funci贸n de este "sacramento" particular en lugar de atribuir el sacerdocio cristiano y toda la jerarqu铆a de la Iglesia a un 煤nico acto de instituci贸n, como hizo el Concilio de Trento, parece que est谩 m谩s en consonancia con la Sagrada Escritura y la realidad de las cosas partir de la Iglesia como "sacramento original".

De esta forma no nos exponemos al peligro de separar el orden de la Iglesia hist贸rica para colocarlo en cierto modo por encima de ella, pues es un sacramento esencial para la existencia de la Iglesia y en el que 茅sta se actualiza.

10. El desdoblamiento del ordo en varios grados y la introducci贸n de diversas ordenaciones est谩n tan relacionados con la historia de la Iglesia como con la Escritura. Son producto de un desarrollo, y, en definitiva, la cuesti贸n de si se ha de hablar de un 煤nico sacramento del orden o de si el episcopado y el presbiterado constituyen sacramentos diversos es m谩s una cuesti贸n terminol贸gica y teol贸gica que dogm谩tica.

Las funciones del obispo y las del sacerdote, las funciones del sacerdote y las del di谩cono, no est谩n delimitadas entre s铆 de forma absoluta; las funciones respectivas son asignadas por el derecho, pero este derecho no es un todo inmutable. La validez de las ordenaciones depende de la actuaci贸n de la Iglesia tomada en su totalidad, y no del acto sacramental considerado aisladamente. La validez o no validez de una ordenaci贸n no es algo que se pueda determinar tomando como base el rito, con independencia del marco general de la misma.

11. La estructura del ministerio eclesial se puede considerar, igual que el canon de la Escritura y el n煤mero septenario de los sacramentos, como el resultado de un desarrollo. Desarrollo que se produjo todav铆a en tiempo de los ap贸stoles; por eso ha conservado en la tradici贸n de la Iglesia el car谩cter de algo que existe por necesidad jur铆dica. En la Iglesia tendr谩 que haber siempre un "ministerio para velar", un "presbiterado" y una "diacon铆a".

Sin embargo, las expresiones concretas de esta estructura esencial pueden cambiar con el tiempo y de hecho han cambiado; m谩s a煤n, tienen que cambiar por raz贸n del car谩cter forzosamente limitado de las diversas expresiones hist贸ricas del ministerio y de la obligaci贸n que 茅ste tiene de asemejarse constantemente a su modelo, Cristo.

12. Lo mismo que Dios concedi贸 el esp铆ritu de profec铆a a los setenta ancianos que hab铆a llamado Mois茅s a participar con 茅l en el gobierno del pueblo, as铆 tambi茅n comunica a los sacerdotes el Esp铆ritu Santo para que se asocien al ministerio de los obispos. El presb铆tero colabora con el obispo en la totalidad de sus funciones de gobierno de la Iglesia.

Las funciones del presb铆tero tienen una 铆ntima conexi贸n con el ofrecimiento de la eucarist铆a. Por eso la funci贸n del presb铆tero en la Iglesia ha de entenderse partiendo de la Cena y de las palabras de Cristo, que mand贸 a los ap贸stoles hacer "en memoria de 茅l lo mismo que 茅l hab铆a hecho" (1 Cor 11). Por eso defendi贸 el Concilio de Trento este aspecto b谩sico del ministerio sacerdotal.

El Concilio Vaticano II a帽ade: "Los presb铆teros ejercitan su oficio sagrado sobre todo en el culto eucar铆stico o comuni贸n, en donde, representando la persona de Cristo, el sacerdote es al mismo tiempo presidente de la celebraci贸n eucar铆stica, 茅l ofrece el sacrificio in n贸mine Ecclesiae o, en persona Ecclesiae y consagrante, sacrificador, y como tal ya no act煤a meramente in persona Ecclesiae, sino in persona Christi y proclamando su misterio, unen las oraciones de los fieles al sacrificio de su Cabeza, Cristo, representando y aplicando en el sacrificio de la misa, hasta la venida del Se帽or (1 Cor 11,26), el 煤nico sacrificio del Nuevo Testamento, a saber: el de Cristo, que se ofrece a s铆 mismo al Padre como hostia inmaculada (Heb 9,11-28)".

13. El sacerdote nos introduce en la memoria del Se帽or, no s贸lo en su pascua, sino en el misterio de toda su obra, desde su bautismo hasta su pascua en la cruz. 脡l exhorta a la asamblea de los creyentes a vivir en sinton铆a con el sacrificio de la cruz, que 茅sta vuelve a vivir en el presente en espera de su consumaci贸n definitiva. Por eso el ministerio del sacerdote no se puede limitar a la celebraci贸n de un rito; compromete toda la vida y se desarrolla de acuerdo con todo el orden sacramental.

14. Pero no ser铆a fiel a la tradici贸n quien pretendiera defender que las funciones del sacerdote son de naturaleza estrictamente sacramental y cultural. Tambi茅n es funci贸n del sacerdote proclamar la palabra de Dios. La misma Cena, en la que el Se帽or llama a su sangre "sangre de la alianza", lo pone de manifiesto, pues no hay ning煤n rito de alianza sin una proclamaci贸n de la palabra de Dios a los hombres. El acontecimiento de la alianza es al mismo tiempo acci贸n y palabra.

Esta relaci贸n aparece todav铆a m谩s clara cuando se parte de la base de que eucarist铆a (1 Cor 11,24) no significa tanto una "acci贸n de gracias" en el sentido actual de esta expresi贸n, cuanto una clara y gozosa proclamaci贸n de las "maravillas de Dios", de sus hechos salv铆ficos. Cuando Jes煤s declara: "Cada vez que com茅is de ese pan y beb茅is de esa copa proclam谩is la muerte del Se帽or, hasta que 茅l vuelva" (1 Cor 11,26), su acto de bendici贸n ritual tiene tambi茅n el sentido de una proclamaci贸n de la palabra de Dios.

El ministerio de ofrecer la eucarist铆a ratifica y complementa simplemente una proclamaci贸n de la palabra, que va desde el kerigma inicial hasta la catequesis y la misma celebraci贸n lit煤rgica. Predicar, bautizar y celebrar la eucarist铆a son las funciones esenciales del sacerdote.

Sin embargo, dentro del presbiterio dichas funciones pueden estar distribuidas distintamente, seg煤n que unos se dediquen m谩s a tareas misioneras y otros a la acci贸n pastoral dentro de la comunidad reunida (Mysterium Salutis). Predicar y ense帽ar, de otra manera, ¿c贸mo podr谩n hacer y administrar los sacramentos con provecho y eficacia salvadores?

15. El sacerdocio hoy est谩 bastante desvalorizado. Las cosas poco pr谩cticas no se cotizan. Esta generaci贸n consumista s贸lo tiene ojos para sus intereses. Ha perdido el sentido de la gratuidad. Un beso y una sonrisa no sirven para nada, pero los necesitamos mucho. Un jard铆n no es un negocio, pero necesitamos su belleza. Cultivar patatas y cebollas es m谩s productivo, pero los rosales y las azucenas son necesarios.

16. El sacerdote sirve. Siempre est谩 sirviendo. Es necesario como la escoba para que est茅 limpia la casa. Pero a nadie se le ocurre poner la escoba en la vitrina. El sacerdote perdona los pecados, es instrumento de la misericordia de Dios. En un mundo lleno de rencores y envidias, el sacerdote es portador del perd贸n. Est谩 siempre dispuesto a recibir confidencias, descargar conciencias, aliviar desequilibrios, a sembrar confianza y paz.

El sacerdote ilumina. Cuando nos movemos a ras de tierra, nos se帽ala el cielo. Cuando nos quedamos en la superficie de las cosas, nos descubre a Dios en el fondo. El sacerdote intercede. Amansa a Dios, le hace propicio, le da gracias, da a Dios el culto debido. Impetra sus dones.

El sacerdote ama. Ha reservado su coraz贸n para ser para todos. El sacerdote es antorcha que s贸lo tiene sentido cuando arde e ilumina. El sacerdote hace presente a Cristo. En los sacramentos y en su vida. Es el alma del mundo. Donde falta Dios y su Esp铆ritu 茅l es la sal y la vida. No hace cosas sino santos.

Todos hemos de ser santos, pero sin sacerdotes dif铆cilmente lo seremos. Es grano de trigo que si muere da mucho fruto. Nada hay en la Iglesia mejor que un sacerdote. S铆 lo hay: dos sacerdotes. Por eso hemos de pedir al Se帽or de la mies que env铆e trabajadores a su mies (Mt 9,38).

17. "No me hab茅is elegido vosotros a m铆, os he elegido yo a vosotros". La elecci贸n indica siempre predilecci贸n. Si voy a un jard铆n, miro y remiro: tallo, capullo, color, aguante...Elijo, corto y me la llevo. Pero s茅 que yo no podr茅 ni cambiar el color, ni darles m谩s resistencia, ni aumentarles la belleza.

Cuando Dios elige, elige a trav茅s de su Verbo: "Por 脡l fueron creadas todas las cosas". Cuando un joven elige a su novia, es 茅l quien elige. Si eligiesen sus padres u otros, probablemente saldr铆a mal. Cuando Dios elige esposa, respeta a su Hijo, que se ha desposar con ella. Cuando Dios elige ministros suyos, deja a su Verbo la elecci贸n. Porque han de continuar sus mismos misterios.

Parece que el Se帽or tendr谩 sus preferencias. Contando con que siempre puede rectificar y enderezar, romper el c谩ntaro y rehacerlo, y purificar, es veros铆mil que cuente con lo que ya hay en las naturalezas, creadas por El: "Omnia per ipso facta sunt".

Una de las primeras cualidades que parece buscar谩 ser谩 la docilidad. Docilidad que casi siempre es crucificante. Otra, ser谩 la sencillez: "Si no os hac茅is como ni帽os"... Manifestarse sin hipocres铆a, con naturalidad.

"Vosotros sois mis amigos." ¡Cu谩nta es la misericordia de nuestro Creador! ¡No somos dignos de ser siervos y nos llama amigos! ¡Qu茅 honor para los hombres: ser amigos de Dios! Pero ya que hab茅is o铆do la gloria de la dignidad, o铆d tambi茅n a costa de qu茅 se gana: "Si hac茅is lo que yo os mando." Alegraos de la dignidad, pero pensad a costa de qu茅 trabajos se llega a tal dignidad.

En efecto, los amigos elegidos de Dios doman su carne, fortalecen su esp铆ritu, vencen a los demonios, brillan en virtudes, menosprecian lo presente y predican con obras y con palabras la patria eterna; adem谩s, la aman m谩s que a la vida; pueden ser llevados a la muerte, pero no doblegados.

Considere, pues, cada uno si ha llegado a esta dignidad de ser llamado amigo de Dios, y si as铆 es no atribuya a sus m茅ritos los dones que encuentre en 茅l, no sea que venga a caer en la enemistad. Por eso a帽adi贸 el Se帽or: "No me hab茅is elegido vosotros a m铆, sino que yo os eleg铆 a vosotros y os he destinado para que vay谩is y deis fruto".

18. HIMNO SACERDOTAL

Brota de mi coraz贸n un himno ardiente
cuajado en el manantial del ser:
Jes煤s Mart铆, yo te elijo, vente,
yo te llamo: Jes煤s Mart铆 Ballester.

Cogiste mi coraz贸n de ni帽o
con ternura delicada y paternal,
me sedujeron tu afecto y tu cari帽o
y me dej茅 cautivar.

Yo escuch茅 tu llamada gratuita
sin saber la complicaci贸n que me envolv铆a,
me enrol茅 en tu caravana de tu mano
sin pensar ni en las espinas ni en los cardos.

Te fui fiel, aunque a girones
fui dejando en mi camino pedazos de coraz贸n,
hoy me encuentro con un c谩liz rebosante de jazmines
que potencian mis anhelos juvenilesy me acercan m谩s a Dios.

En el ocaso de la carrera de mi vida
siento el gozo de la inmolaci贸n a T铆.
Tienes todos los derechos de exigirme,
puedes pedir si me ayudas a decir siempre que ¡S铆!.

Necesitaste y necesitas de mis manos
para bendecir, perdonar y consagrar;
quisiste mi coraz贸n para amar a mis hermanos,
pediste mis l谩grimas y no me ahorr茅 el llorar.

Mis audacias yo te di sin cuentagotas,
mi tiempo derroch茅 ense帽ando a orar,
gast茅 mi voz predicando tu palabra
y me doli贸 el coraz贸n de tanto amar.

A nadie negu茅 lo que me dabas para todos.
Quise a todos en su camino estimular.
Me olvid茅 de que por dentro yo lloraba,
y me consagr茅 de por vida a consolar.

Muchos hombres murieron en mis brazos,
ya sabr谩n cu谩nto les quise en la inmortalidad,
me llenar谩n de caricias y de flores el regazo,
migajas de los deleites de su banquete nupcial.

Pediste que te prestara mis pies
y te los ofrec铆 sin protestar,
camin茅 sudoroso tus caminos,
y hasta el oc茅ano me atrev铆 a cruzar.


Cada vez que me abrazabas lo sent铆a
porque me sangraba el coraz贸n,
eran tus mismas espinas las que me her铆an
y me encend铆an en tu amor.

Fui sembrando de hostias el camino
inmoladas en la cenital consagraci贸n:
m谩s de treinta mil misas ofrecidas
han actualizado la eficacia de tu redenci贸n.

No me pesa haber seguido tu llamada,
estoy contento de ser latido en tu Getseman铆;
s贸lo tengo una pena escondida all谩 en el alma:
la duda de si T煤 est谩s contento de m铆.

Mi gratitud hoy te canto, ¡Cristo de mi sacerdocio!
Mi fidelidad te juro, Jesucristo Redentor.
Ay煤dame a enriquecer con jardines a tu Iglesia,
que florezcan y sonr铆an a煤n en medio del dolor.

Sean esos jardines para tu recreo y mi trabajo,
multiplica tu presencia por los campos hoy en flor,
que lo que comenz贸 con la peque帽ez de un p谩jaro,
se convierta en muchas 谩guilas que roben tu Coraz贸n.

FUENTE CATHOLIC NET

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