Hoy nos ha nacido el Salvador.!
Brilla una Luz de Esperanza..!
Salmo 95: “Hoy nos ha nacido el Salvador”
Tito 2, 11-14: “La gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres”
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que viv铆an en tierra de sombras, una luz resplandeci贸” (Is 9,1). Son las palabras que en el ambiente de recogimiento y alegr铆a escuchamos en la noche de Navidad. Es el grito de Isa铆as que, en medio de las dificultades de Israel, pregona la esperanza a un pueblo oprimido y amenazado, doblegado y al borde de la desesperaci贸n. Es tambi茅n el anuncio lleno de fe y de esperanza que nosotros queremos enviar a todos los hombres y mujeres de nuestro pueblo que, a pesar de la oscuridad y de las sombras por las que caminamos, siguen sembrando ilusiones, llenando de luz, construyendo y reconstruyendo nuestras comunidades.
Los tiempos de Isa铆as no eran optimistas ni muchos menos. Sin embargo, anuncia a su pueblo la gloria tras la humillaci贸n, la luz en medio de las tinieblas y una inmensa alegr铆a. En la tiniebla, s铆mbolo del caos e imagen de la muerte, surge repentina la luz, como una nueva creaci贸n. Algo milagroso que a煤n no se explica, pero que va brotando y haci茅ndose realidad. Como el reto帽o de un vetusto 谩rbol, que poco a poco aparece y va creciendo, tierno y d茅bil, pero lleno de vigor.
Hoy tambi茅n, en este d铆a de Navidad, en medio de un mundo devastador, en medio de inseguridades e injusticias, por encima de todas las cat谩strofes, naturales o provocadas por el descuido humano, queremos alzar nuestra voz para anunciar que no todo est谩 perdido. Queremos alentar la lucha sincera de quienes promueven la justicia y la paz. Queremos unir nuestras manos y nuestras fuerzas a quienes llevan luz y esperanza a nuestro mundo.
Los motivos que Isa铆as presenta para este gran gozo son: la conclusi贸n de la opresi贸n, que permite el gozo de la cosecha, y el fin de la guerra, que aleja el yugo opresor.
¡C贸mo quisi茅ramos hoy poder decir que la corrupci贸n, la discriminaci贸n, la pobreza, la miseria y las guerras han concluido! Nos gustar铆a afirmar que no hay m谩s yugos opresores, y que tenemos la sana alegr铆a de sabernos todos hermanos. Pero no; no han concluido, ni mucho menos, todas estas desgracias que sufre nuestro pueblo. En cambio, podemos afirmar que hay hombres y mujeres que, llenos de esperanza, contin煤an luchando por un mundo nuevo, y que hoy se ven fortalecidos por las palabras del Se帽or, que a trav茅s de Isa铆as nos dice: “No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy tu Dios: te fortalezco y te auxilio y te sostengo con mi diestra victoriosa... No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel; yo mismo te auxilio” (Is 41,10.14).
As铆 nos sentimos: “gusanito... oruguita”, pero en manos del Se帽or. Por eso so帽amos que nuestros campos producen lo necesario y que sus productos son valorados, y as铆 no sea necesario emigrar para sobrevivir. Anhelamos una mesa llena de alimentos y de bienes, para que todos y todas puedan saciar su hambre de manera digna. So帽amos que todos los hombres y las mujeres son dignamente respetados. Miramos en el futuro a nuestros pueblos reconocidos, queridos, y construyendo su propia historia. ¡Entonces ser谩 plena nuestra alegr铆a!
“Porque un ni帽o nos ha nacido” (Is 9,5). El Ni帽o reci茅n nacido es la m谩xima expresi贸n de este sue帽o. Si ha terminado la opresi贸n, si ha concluido la guerra, es porque ha nacido un Ni帽o. Ha aparecido la luz. A lo largo de toda la historia de la Biblia, la luz significa la presencia de Dios, desde el primer d铆a de la creaci贸n, hasta el momento en que la Palabra, “que es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”, se hace hombre y habita en medio de nosotros. Esta es la raz贸n de nuestra alegr铆a y el motivo para seguir luchando: “Un Ni帽o nos ha nacido”. Es Dios hecho hombre quien cambia nuestra oscuridad en luz. La mayor presencia de Dios es hacerse carne como nosotros.
Al igual que los pastores, hoy nosotros nos vemos sorprendidos y “la gloria de Dios nos envuelve con su Luz”. Y a la luz de este Ni帽o, todo cambia. Las tinieblas no pueden vencer a la luz. El ego铆smo, la ambici贸n, la corrupci贸n, por grandes que sean, no lograr谩n vencer a la luz. ¡Esta es la raz贸n de nuestra esperanza! Nuestros pobres esfuerzos est谩n unidos a la debilidad y peque帽ez del Ni帽o que se acurruca en los brazos amorosos de Mar铆a. Pero con este Ni帽o, “Consejero admirable”, “Dios poderoso”, no tendremos miedo. 脡l hace nacer en nosotros la verdadera esperanza. Por eso hoy nos unimos a todos los hombres en la esperanza. ¡Ha nacido un Ni帽o, que es nuestra esperanza!
El dinamismo de la esperanza cristiana llega sobre todo a los m谩s peque帽os y los transforma; los impulsa a construir una nueva sociedad. La esperanza viva es la fuerza milagrosa que nos libra de todas las trampas del desaliento, del c铆rculo vicioso de la queja in煤til, de la cr铆tica destructora o de la indiferencia est茅ril.
Es hermoso ver c贸mo los m谩s sencillos, dejando a un lado las frustraciones amargadas, se ponen a construir, y llevan luz y esperanza a todos sus hermanos. El gusanito y la oruguita est谩n construyendo la Nueva Casa, donde todos seamos hermanos y donde todos podamos vivir dignamente.
Que unidos a este Ni帽o “que nos ha nacido”, construyamos todos juntos el Reino de Dios. Que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y mujeres, y que su amor se extienda a toda la tierra.
“Dios todopoderoso, conc茅denos que, al vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en esta Navidad”.
¡Feliz Navidad!
Fuente: Catholic.net
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